Plátanos de la Tronca. Los árboles singulares más especiales de Aranjuez.

Si existen unos árboles especiales entre los Singulares de Aranjuez son los Plátanos de la Tronca.

Situados en el interior del Jardín de la Isla, tienen la facultad de ser dos especies en una. Se trata de dos árboles clasificados como uno solo y Singular, según la Comunidad de Madrid. Son en realidad un Platanus hispanica y un Platanus orientalis unidos desde la parte basal.

Plátanos de la Tronca en Jardín histórico de la Isla-Aranjuez
Plátanos de la Tronca en el Jardín de la Isla

Traduciendo al cristiano la historia para entendernos: inicialmente los plátanos de sombra (ojo, no dan plátanos, que conste) eran árboles de dos tipos: Platanus orientalis y Platanus occidentalis, según sus nombres latinos. Estos se fueron hibridando (mezclando) de manera natural con el paso de los siglos y de ambos surgió el llamado Platanus hispanica o plátano de sombra propiamente dicho (algunos los llaman “plataneros”). Se dice que muchos de ellos surgieron en la Península Ibérica, por eso lo de “hispanica”.

Base del Plátano de la Tronca. A la izquierda tenemos la correspondiente parte "orientalis", y a la derecha la "hispanica"
Base de los Plátanos de la Tronca

Actualmente la mayor parte de los árboles de esta especie son de este tipo, y los “puros” es difícil encontrarlos. Por otra parte, así ocurre con la mayor parte de las especies más utilizadas en los jardines, como los olmos, chopos o tilos. La mezcla en los individuos los consigue adaptarse a los cambios del medio, tan complicados a veces. Adaptarse o morir, ya se sabe.

En este caso, tenemos la suerte de tener estos Plátanos de la Tronca, los árboles singulares más especiales, en nuestros jardines. Un observador concienzudo apreciará rápidamente algunas diferencias. Sutiles, pero diferencias si nos fijamos un poco, sobre todo en la hoja o el tronco. Según parece, además, tiene (o tienen) una edad de más de 200 años, por lo que podemos considerarlo un ejemplar único.

Platanos de la Tronca: Los árboles Singulares más especiales de la localidad de Aranjuez. A la izquierda la parte «orientalis» y a la derecha observamos la «hispanica» o hibridada.

Ya tienes otro motivo para realizar esa visita que tenías planeada a Aranjuez. Añade una perla más a esos enclaves obligados de la localidad y date la oportunidad de observar estos árboles singulares de lo más especiales. Merecen la pena.

El Magnolio y la elegancia de su porte.

Un árbol que siempre llama la atención a cualquier visitante de los jardines de Aranjuez es el magnolio. Lo primero que se ve al entrar en el Jardín del Parterre es la elegancia de su porte, y detrás el radiante Palacio Real. Hay gran cantidad de estos ejemplares, los cuales comenzaron a plantarse en tiempos de Felipe V, el primer Borbón.

Su jardinero mayor, el primero de la familia Boutelou de ascendencia francesa, llamado Esteban, tuvo que realizar algo insólito debido a que la compactación de los terrenos era un serio problema para el buen crecimiento de esta especie y similares.

¿Y qué hizo entonces? Si quería conseguir que sus raíces penetrasen en el duro suelo, diferente de otros situados al otro lado del río, debía ponérselo fácil: dinamitó cada uno de los lugares donde se plantarían los árboles. Y terminó con la compactación de «raíz».

Hilera de elegantes magnolios
Hilera de elegantes magnolios de excelente porte. Foto de Manuel M. V.

Árbol perenne, la Magnolia grandiflora según su nombre científico, puede llegar a 15-20 mts de altura. Con tronco al principio liso y luego rugoso, y ramificado a escasa altura, el elegante porte de estos árboles da la bienvenida a aquellos que entran en los Jardines históricos. Y si estamos a finales de primavera tendremos la oportunidad de disfrutar de sus atractivas y olorosas flores, además. Todo un porte cargado de elegancia digna de la mejor corte real.

Flor de magnolio
Flor del magnolio en plena primavera.

¿De dónde vinieron los magnolios?

Los magnolios se introdujeron en la localidad como árbol ornamental junto gracias a las expediciones botánicas del siglo XVIII, y provienen del sudeste de los Estados Unidos. Entre sus propiedades se menciona que esta planta fortalece el corazón, el estómago y estriñe “notablemente el vientre suelto”. El cocimiento mezclado con otros vegetales e infundido en el útero es un remedio excelente de la esterilidad según decían algunos estudiosos en el pasado. Incluso se comenta se utilizó para combatir la epilepsia y la neurosis en el siglo XIX.

El viajero que se adentre en el Jardín de la Isla y llegue hasta la Fuente de Diana Cazadora puede admirar varios de estos ejemplares (dos de ellos catalogados como Singulares según la Comunidad de Madrid), en mucho mejor estado que los primeros del Jardín del Parterre. La diosa Diana, sacerdotisa y pura según la mitología, y hermana gemela del dios Apolo, era vengativa y, se asegura, tuvo un amor “platónico” con un pastor al que besaba en las noches sin que él se diese cuenta.

Fuente de Diana Cazadora
Fuente de Diana cazadora, con su perro pastor. A su espalda se esconde uno de los magnolios que, de manera discreta, eleva su elegante figura a modo de guardián.

Y ahí está, flanqueada por varios espléndidos magnolios mucho más altos y sanos que los anteriores. El suelo en este caso ha permitido que las raíces exploren capas más profundas. Ya se sabe (o no), pero cuanto mejor se encuentra la parte subterránea de cualquier planta, mejor estará su parte de arriba.

El jardín que nunca se realizó.

Como última curiosidad decir que esta zona en cuestión se conoce como “El jardín de las flores de Boutelou”, pero que nunca llegó a realizarse. El diseñador lo había pensado originalmente al estilo “francés” de la época, y la intención era cerrarlo por un muro. Pero se perdieron los dibujos. Quizás en vez de árboles majestuosos sobre pradera tendríamos ahora increíbles flores, nunca lo sabremos. Pero sin lugar a dudas el lugar en la actualidad es de los más mágicos de todo el Jardín de la Isla.

Y esto se lo debemos en parte a la existencia de los abundantes magnolios y la elegancia de su porte.

Uno de los elegantes magnolios singulares.
Uno de los elegantes magnolios singulares al lado de la Fuente de Diana.

Madroño Singular del Jardín del Parterre. El Ocaso de un gigante.

Si hay un árbol que llama la atención, más por lo maltrecho y decrépito que por otra cosa, es el Madroño Singular del Jardín del Parterre, frente al Palacio Real de Aranjuez.

De unos 13 mts de altura y con unos 125 años más o menos, el madroño se encuentra en fase de clara decadencia. Pero ahí sigue, resistiendo como un campeón.

Madroño Singular Jardín del Parterre
Madroño Singular en Jardín del Parterre. Pradera cercana al Palacio Real de Aranjuez

Los madroños son arbolillos de mediana altura con tronco rojizo más o menos cubierto de largas escamas grisáceas, con ramas grises y hojas aserradas y perennes. Su hábitat natural son bosques mixtos de barrancos y desfiladeros fluviales, y en laderas en encinares o robledales, desde el nivel del mar hasta 800 a 1200 m de altitud. Es decir que, a pesar de proclamarse a los cuatro vientos que es una especie autóctona de España, no lo es de todas sus regiones.

Y ya que estamos, ¿por qué es símbolo en la Comunidad de Madrid junto al oso?  Lo del animal, parece ser que la zona de Madrid se denominaba en principio “ursa”, quizás debido a la presencia de este en sus bosques (hablamos de tiempos lejanos, y bastante). Respecto al madroño, inicialmente en el escudo de la Comunidad se hallaba una torre, pero debido a un conflicto entre la iglesia y la Villa de Madrid, se optó por sustituirlo por esta planta que abundaba en ciertos lugares de la zona. Y así se quedó (aunque repito que el madroño no es adecuado para muchos de los terrenos de la propia Comunidad de Madrid)

Son muchos los usos del madroño, pero quizás el uso comestible de sus frutos sea el más conocido. Se hacen con ellos mermeladas y confituras de madroño. Los frutos también pueden aprovecharse para obtener bebidas alcohólicas por fermentación y de ellos se extrae, por ejemplo, el «licor de madroño». En tiempos pasados se obtenía azúcar de esta planta. La corteza se ha utilizado en medicina natural como diurético, astringente y antiséptico urinario y renal.

Entre los romanos era un árbol sagrado, dedicado a la ninfa Carna, la cual protegía el umbral de la casa. También ponían ramas sobre los féretros. Los griegos clásicos hacían flautas con su madera y los pajareros en la España del siglo XVIII usaban las semillas para coger pájaros en invierno.

Según la mitología griega, el nacimiento de este árbol del madroño es tal y como sigue. Gerión, rey mítico del reino de Tartessos y monstruo gigante formado por tres cuerpos con sus respectivas cabezas y extremidades. Como décimo de sus doce trabajos, el semidiós Heracles (o Hércules según los romanos, no lo olvidemos) le robó el rebaño que tenía de vacas rojas y bueyes. Gerión fue en busca de venganza y luchó contra el héroe. Pero éste le lanzó una flecha envenenada con el veneno de la Hidra, que atravesó sus tres cuerpos y acabó con sus tres corazones. De la sangre del gigante se cuenta que brotó un madroño que daba frutas sin hueso en la época en la que salen las Pleyades (uno de los cúmulos de estrellas que mejor se ve a simple vista)

Heracles contra Gerión
Heracles luchando contra el gigante Gerión en Cádiz.

Sea como fuere, el visitante de invierno puede tener ocasión de ver los madroños en los distintos estados y juntitos en el mismo árbol. Es decir, flores y frutos a la vez.

Por cierto, el madroño o Arbutus unedo según su nombre latino, quiere decir “solo puedes tomar uno”. Y eso se refiere a los frutos, que tienen contenido alcohólico.

Flor y fruto del madroño
Flor y fruto del madroño

Ojito con esto y avisados quedáis.

Los ahuehuetes, gigantes llegados de lejos

El ahuehuete es uno de los tipos de árboles gigantes que llaman más la atención del visitante que se adentra en el Jardín del Príncipe. Sin embargo pocos saben qué es lo que están viendo. Gigantes desconocidos en comparación a los archifamosos plátanos de sombra. Árboles de procedencia mexicana, probablemente, de los tiempos en que los reyes de España mandaban recoger semillas de allende los mares y los traían a Aranjuez, sobre todo al Jardín del Príncipe. Verdaderos gigantes llegados de lejos.

Bosque de ahuehuetes gigantes llegados de lejos en el Jardín del Príncipe.
Bosque de Taxodium mucronatum o ahuehuetes gigantes a la entrada del Jardín del Príncipe

El término ahuehuete viene del  náhuatl ahuéhuetl, «tambor de agua», o más correctamente «viejo del agua”, por sus raíces atl: «agua», y huéhuetl: «viejo». Y quizá también por la apariencia de anciano canoso. Otro nombre por el que se le conoce al Taxodium mucronatum es el de ciprés de Montezuma. Se dice que los que llegaron a la localidad provienen del árbol de Tule, un inmenso ejemplar situado en Oaxaca (México) de tiempos del último rey azteca.

El ahuehuete, entonces, es una conífera y forma parte del grupo de los pinos, cedros, enebros y abetos. Pero lo especial es que se trata de una especie de hoja caduca al contrario de todos los árboles anteriores. Aunque, mejor dicho, hablemos de hoja de tipo marcescente. Esto quiere decir que permanece seca en el árbol hasta que los nuevos brotes de la primavera las hacen caer, y el suelo quedará plagado de ramitas de color parduzco. Su altura vira de 20 a 30 mts de altura, con troncos extremadamente gruesos y copa abierta e irregular. Tiene raíces enormes, extendidas y tortuosas. De corteza suave, color café, se desgarra en tiras longitudinales más o menos entrecruzadas y de estructura fibrosa. Su crecimiento es lento y su edad se mide en centurias.

Un magnífico coloso.

Desde la Puerta de la Plaza Redonda (segundo portal del Jardín del Príncipe) es fácil llegar hasta un impresionante bosque que, aunque parezca increíble, todavía no tiene la categoría de “singular”. Ni siquiera está anunciado en ningún sitio. Un grupo de ahuehuetes se alzan elegantes y altivos diseminados en medio de una pradera, ofreciendo sombra al viajero incluso en las horas más calurosas del verano.

Ahuehuete Singular
Ahuehuete Singular a los pies del Estanque de los Chinescos, del arquitecto Juan de Villanueva.

Algo más al interior, además, en el Estanque de los Chinescos, encontraremos el árbol Singular, categoría que la Comunidad de Madrid otorga a los mas especiales y únicos, más antiguo de todos los catalogados así en Aranjuez: un espléndido ahuehuete que vierte sus hojas al estanque obra del arquitecto Juan de Villanueva. Con unos 250 años y más de cuarenta de altura, aunque no tan elegante como sus hermanos, se oculta en parte entre otros árboles.

En este caso es mejor ir en invierno, cuando la ausencia de hojas nos permite disfrutar bien de las alturas y descubrir su enorme porte. Si eres amante de los árboles es una visita que no te puedes perder (si la tortícolis te deja, claro).  

Palmera de Chile, ¿un árbol?

La palmera de Chile es la única palmera de la localidad de Aranjuez catalogada como Especie Singular de la Comunidad de Madrid. Situada en el Jardín del Parterre, en el interior del Jardín histórico de la Isla y cerca del Palacio Real, es realmente un tesoro único en las cercanías.

Jubaea spectabilis o chilensis es conocida también como “palmera de la miel o palmera del vino”, es originaria de Chile, único lugar donde vive de forma natural. De su savia, por tanto, se obtiene la miel de palma que se cree conocían los pueblos originarios antes de la conquista española. Además, hasta no hace mucho la palmera era explotada para hacer vino con su jugo.

Jubaea chilensis o spectabilis

El nombre de Jubaea, según una versión, proviene de Juba, rey de Numidia, (al norte de África, 29-27 a.c.) debido a su impresionante porte real. Otra versión afirma que es por la forma de su copa, especialmente cuando se podan sus hojas, como penacho de yelmo (juba). Sus nombres indígenas son: Can-can (quechua) y Lilla (mapudungún).

Posee un tallo muy particular, al estilo de columna lisa pardogrisácea (dañado, por cierto). De imponente tamaño, de crecimiento vertical, y con hojas largas que caen hacia el suelo. De crecimiento lento (esta del parterre tiene una edad estimada de unos 125 años), puede alcanzar hasta 20 metros de altura (en este caso posee unos 7,5 mts de altura) y se han encontrado algunos ejemplares de hasta casi dos metros de diámetro.

Su fruto es comestible y su hueso parece un coco afeitado en miniatura.

Como curiosidad, las palmeras NO son árboles y, por tanto, no poseen tronco. Se trata de “hierbas gigantes” con una sola yema de la que parte este tallo, cuyo nombre correcto es estipe o estípite. Además, tampoco tienen ramas, siendo hojas todo lo que parte de ese tallo anterior. Sorpresas de la vida.

Palmera de Chile en El Parterre
Palmera de Chile en el Parterre. Al fondo parte del Palacio Real de Aranjuez

Plátanos Singulares del Jardín del Príncipe (Aranjuez)

Si existen varios árboles singulares merecedores de ser bien conocidos y visitados en los Jardines de Aranjuez, son los tres plátanos singulares del Jardín del Príncipe. Situados en la llamada región de las “Islas americanas y asiáticas”: el plátano Padre, el Hembra o Madre, y los Gemelos o Mellizos.

Plátano Padre

Plátano Padre

Plátano Padre

El primero de ellos, el Plátano Padre, es el más antiguo de los tres. Tiene más de 230 años y se plantó en tiempos en los que el futuro Carlos IV era todavía príncipe (reinaba todavía su padre). Con su espacio acotado por un seto que realza su importancia y sus más de 40 metros de altura, es visita obligada por muchos turistas. Algo típico es abrazarse al mismo y, sin saberlo, el que lo hace se carga de energía positiva.

Plátano Madre

Plátano Madre o de la Trinidad

Plátano Madre o de la Trinidad

El segundo, o Madre, es el también denominado Plátano de la Trinidad. Se le considera, como nota interesante, el árbol singular más alto de toda la comunidad de Madrid. Situado cerca del anterior, aunque un poco más escondido, su altura se aproxima a los 60 metros. Se eleva de forma majestuosa en una de las zonas quizás más bellas de todo este jardín histórico. Curiosamente los plátanos de sombra, como se denomina a esta especie, tienen los dos sexos en el mismo árbol. Es decir, que no hay machos y hembras diferenciados. El nombre en este caso proviene de que el plátano padre fue el primero de todos ellos, el más antiguo. De él se dice que se tomaron estaquillas para reproducirlo por otros lugares de la península. Después llegaron la Madre y los Gemelos, que se plantaron a la vez y gozan mínimo de unos 225 años cada uno.

Los Gemelos

Plátano de los Gemelos o Mellizos

En cuanto a éste último, los Gemelos, es un ejemplar dividido cerca de su base de manera natural. Situado algo más recóndito, presume de sus más de 11 metros de perímetro. Sólo logrará abarcarlo el intrépido grupo de viandantes que ose acercarse (y sea numeroso, claro está).

Bola extra: Plátano de los Pabellones

Plátano de los Pabellones

Cambiando de lugar dentro del mismo Jardín de Príncipe, tenemos el Plátano de los Pabellones. Se trata de otro árbol singular y solitario que se cierne sobre la zona del mismo nombre. Árbol igualmente espléndido, evitó su tala a mediados de siglo pasado gracias a un jardinero llamado Francisco Marañón. Con pericia y técnicas de su tiempo, consiguió armado de hacha proceder a su necesaria poda. Y ahí lo tenemos, de lo más saludable.