El ahuehuete es uno de los tipos de árboles gigantes que llaman más la atención del visitante que se adentra en el Jardín del Príncipe. Sin embargo pocos saben qué es lo que están viendo. Gigantes desconocidos en comparación a los archifamosos plátanos de sombra. Árboles de procedencia mexicana, probablemente, de los tiempos en que los reyes de España mandaban recoger semillas de allende los mares y los traían a Aranjuez, sobre todo al Jardín del Príncipe. Verdaderos gigantes llegados de lejos.
El término ahuehuete viene del náhuatl ahuéhuetl, «tambor de agua», o más correctamente «viejo del agua”, por sus raíces atl: «agua», y huéhuetl: «viejo». Y quizá también por la apariencia de anciano canoso. Otro nombre por el que se le conoce al Taxodium mucronatum es el de ciprés de Montezuma. Se dice que los que llegaron a la localidad provienen del árbol de Tule, un inmenso ejemplar situado en Oaxaca (México) de tiempos del último rey azteca.
El ahuehuete, entonces, es una conífera y forma parte del grupo de los pinos, cedros, enebros y abetos. Pero lo especial es que se trata de una especie de hoja caduca al contrario de todos los árboles anteriores. Aunque, mejor dicho, hablemos de hoja de tipo marcescente. Esto quiere decir que permanece seca en el árbol hasta que los nuevos brotes de la primavera las hacen caer, y el suelo quedará plagado de ramitas de color parduzco. Su altura vira de 20 a 30 mts de altura, con troncos extremadamente gruesos y copa abierta e irregular. Tiene raíces enormes, extendidas y tortuosas. De corteza suave, color café, se desgarra en tiras longitudinales más o menos entrecruzadas y de estructura fibrosa. Su crecimiento es lento y su edad se mide en centurias.
Un magnífico coloso.
Desde la Puerta de la Plaza Redonda (segundo portal del Jardín del Príncipe) es fácil llegar hasta un impresionante bosque que, aunque parezca increíble, todavía no tiene la categoría de “singular”. Ni siquiera está anunciado en ningún sitio. Un grupo de ahuehuetes se alzan elegantes y altivos diseminados en medio de una pradera, ofreciendo sombra al viajero incluso en las horas más calurosas del verano.
Algo más al interior, además, en el Estanque de los Chinescos, encontraremos el árbol Singular, categoría que la Comunidad de Madrid otorga a los mas especiales y únicos, más antiguo de todos los catalogados así en Aranjuez: un espléndido ahuehuete que vierte sus hojas al estanque obra del arquitecto Juan de Villanueva. Con unos 250 años y más de cuarenta de altura, aunque no tan elegante como sus hermanos, se oculta en parte entre otros árboles.
En este caso es mejor ir en invierno, cuando la ausencia de hojas nos permite disfrutar bien de las alturas y descubrir su enorme porte. Si eres amante de los árboles es una visita que no te puedes perder (si la tortícolis te deja, claro).